5 nov 2011

Paternidad

Todo el mundo cree entender los placeres de la vida, pero casi siempre se equivocan, como yo.

Hay placeres que se desean y no llegaréis a conocer nunca, contar una a una las monedas de mi fortuna, sería uno, pasear por los campos sintiendo el respeto de súbditos y aliados, otro.

Existen placeres más mundanos como yacer en la cama con una mujer, disfrutar de un banquete o las dos cosas a la vez, aunque el exceso de ambos tiene consecuencias y la mía se llama Roger, mi hijo.

Ser mi hijo no debió ser fácil y desde muy pequeño Roger se mostró rebelde e impaciente, pronto se interesó en el arte de la espada, recuerdo que se pasaba los días cargando con una espada de madera, azotando en el trasero a los criados. La infancia de un hijo pasa demasiado rápido para los ojos de un padre, ese niño travieso se fue convirtiendo en un joven pendenciero de acero fácil y mente inquieta, solamente el hecho de ser quien era su padre, le salvo de acabar colgando al final de una soga.

Lejos, muy lejos, más allá de mis dominios había un monasterio, donde con disciplina y estudio reformaban a jóvenes, inculcándoles valores como el honor y la justicia. Reconozco que a Roger no le entusiasmo la idea, pero con el tiempo se adaptó bien, el agua helada, el trabajo duro de sol a sol, además de algún latigazo por intentar escapar, forjaron su carácter como el martillo del herrero, que a fuerza de insistir, convierte en afilada espada un vulgar trozo de metal.

Una vez hubo terminado su adiestramiento, Roger decidió ir en busca de aventuras, aunque esté mal que yo lo diga, sentía una mezcla de placer y orgullo cuando llegaban noticias de sus hazañas, mató monstruos, liberó esclavos y me costó mucho, mucho oro financiar sus andanzas.


Hoy, mis espías me cuentan que anda detrás de acabar con el más poderoso de los nigromantes del norte y acabar así con su reino de terror. Ahora tras tantos años sobre este mundo, el único ser al que he querido se enfrentará a la muerte y aunque creo que solo él puede conseguirlo, intentaré no sentir placer al acabar con su vida o eso espero.

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