Durante un instante la luz de un relámpago en la fría noche hace que me veas la cara bajo la lluvia y de repente lo entiendes, oh sí, ahora lo entiendes.
Hace años sin saber por qué, nos abandonante a padre y a mí en una noche de tormenta, como ésta. Te he buscado desde entonces y tú me has evitado, creyendo que así te librarías de dar explicaciones y en parte lo conseguiste.
Cuando por fin te tengo frente a mí, huyes de nuevo y corres hacia la azotea pero no hay salida, esta vez no.
Intentabas parecer convincente, realmente parecía que te ibas a tirar si no me marchaba, pero entonces el relámpago te enseñó mi sonrisa satisfecha.
-No quiero explicaciones ni excusas, ninguna de esas cosas llenara el vacio que dejaste, solo quiero que elijas madre, un pequeño salto o un tiro en la columna…
Crudo relato donde los haya, amigo Bardo:)
ResponderEliminarFer
Muchas veces los abandonos se pagan... pero creo que siempre hay varias versiones... al menos, dos.
ResponderEliminarBesicos
Sin más opción...muerte a elección, pero muerte!!!
ResponderEliminarSaludos de la chica indecisa.
Me dejó sin respiración el final.
ResponderEliminarQué joputa el niño!!
Saludos
L;)
Así tampoco llenará el vacío que le dejó. Y si es por venganza, dudo que sea mucho más feliz después.
ResponderEliminarUn saludo.
Fijo que es el saltito. Cómo recuerda a Lisbeth Lisander.
ResponderEliminarSuena algo a Ingeborg Bachmann
ResponderEliminarEsa sensacion me es conocida.Sin embargo, con el tiempo, ese odio se transforma en pura y cruda indiferencia, la cual puede ser aun mas cruel y dañina para aquel que nos dejo a nuestra suerte.
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