China
Miéville es uno de los autores más importantes de los últimos años en el ámbito
de la literatura anglosajona. La estación de la calle Perdido, La cicatriz, El
Consejo de Hierro, El Rey Rata y La ciudad y la ciudad han revolucionado con su
estilo provocador el género fantástico actual.
En lo más remoto del ala de investigación del museo de Historia Natural hay
un preciado espécimen, algo único e insólito: un calamar gigante que se
conserva en perfecto estado. Pero ¿qué consecuencias acarreará la repentina e
inverosímil desaparición del animal?
Para el conservador del museo, Billy Harrow, será el primer paso de un salto
sin red hacia un Londres de cultos enfrentados, magia surrealista, apóstatas y
asesinos. La criatura que ha estado custodiando podría ser algo más que una
rareza biológica: hay quien asegura que se trata de un dios.
Un dios que algunos esperan que acabe con el mundo.
Jonathan
Maberry ha ganado varios premios Bram Stoker. Escritor profesional y profesor
de redacción desde 1978, ha publicado más de mil cien artículos, diecisiete
libros de no ficción y siete novelas, así como relatos, poesía, letras de
canciones, guiones y dos obras de teatro.
El doctor Herman Volker ha estado investigando una nueva fórmula. Quién
mejor para probarla que el desalmado asesino en serie Homer Gibbons. Donde muchos
ven una merecida pena de muerte por inyección letal, Volker ve una oportunidad
de hacer justicia. Le inyecta a Gibbons el fármaco que hará que mantenga la
conciencia mientras su cuerpo se pudre en la tumba.
Desgraciadamente, nada sale según lo planeado. En vez de ser enterrado en la prisión, llevan al asesino al cementerio de una pequeña ciudad de Pensilvania. Y toda sustancia experimental tiene efectos secundarios imprevistos… El criminal despierta antes de que lo entierren. Está hambriento. Infectado. Y es contagioso.
Cuando la agente Dez Fox llega al camposanto, solo encuentra un par de cuerpos a medio masticar y una bolsa para cadáveres… vacía.
Desgraciadamente, nada sale según lo planeado. En vez de ser enterrado en la prisión, llevan al asesino al cementerio de una pequeña ciudad de Pensilvania. Y toda sustancia experimental tiene efectos secundarios imprevistos… El criminal despierta antes de que lo entierren. Está hambriento. Infectado. Y es contagioso.
Cuando la agente Dez Fox llega al camposanto, solo encuentra un par de cuerpos a medio masticar y una bolsa para cadáveres… vacía.
El de China Meville me llama la atención. De Maberry leí Paciente cero que me dejó una sensación de irregular. ¡Un saludo!
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