Nuestra microrrelatista de hoy ya nos visitó hace unos meses con su anterior creación, De Vuelta a Casa. De nuevo tenemos pues a Fayna Bethencourt entre nosotros, y nos promete una buena Noche de Tormenta.
―¡Todo esto es culpa tuya, así que deja
de lloriquear y sigue corriendo! ¡Llevas tantos años equivocado, que ahora, tal
vez, aprendas algo, aunque sea en el último momento! ¡Pero sigue! ¡No pares de
moverte, venga!
La
chica estalla en una carcajada, al ver como el hombre trastabilla y casi cae de
bruces en el barro espeso y frío.
―En realidad, tu primer error, fue
cogerme aquel día de la mano para pedirme matrimonio... ―Evocar
aquel recuerdo, le hace ponerse enferma de rabia. Así que se levanta de golpe
para increpar de nuevo al desgraciado, que sigue moviéndose, mientras no deja
de mirar hacia un lado y otro con desesperación.
―¡Estás buscando ayuda! No te hagas
ilusiones, porque nadie va a venir. Estamos solos, en medio de ninguna parte.
Ningún ángel salvador va a acudir en tu ayuda, créeme. Sé de lo que hablo. Yo
también esperaba una mano amiga, cuando el miedo y el dolor me destrozaban
entera, con total impunidad. Cuando eras tú el que ...
Ella
sacude la cabeza, para impedirse seguir pensando en todo aquello. ¡No! ¡No
puede dejarse invadir por toda aquella pena! ¡Este es su momento y nada lo va a
estropear! Ahora levanta la cara y abre la boca para disfrutar del agua, que
cae del cielo oscuro.
―¿No te gusta la lluvia? ―le
pregunta al hombre, que la mira, deshecho y jadeante. ― ¡Yo la
adoro! Y además, ahora mismo resulta perfecta para lavar toda la mierda que
llevas encima, aunque por desgracia, no logrará llevarse la que tienes
acumulada dentro de ti ―escupe, con desprecio, antes de preguntar con sorna―. ¿Te
molestan las cadenas? Pues he tenido mucho cuidado al colocártelas. Puedes
comprobar que no limitan tus movimientos, pero ni en sueños esperes poder
escapar porque están muy bien aseguradas.
La
mujer se sienta, mientras los recuerdos se abalanzan sobre ella sin poder
espantarlos de su mente febril. ¿De verdad, este despojo, ahora suplicante,
pensó que podría seguir pegándole durante el resto de su vida? De repente le
entran ganas de reír de nuevo. Ella se encargará de restablecer su dignidad, esa
que él se ha encargado de arrastrar por el forro de sus sucios pantalones de
macho. Lentamente, pasa su lengua por el hueco que antes ocupaba el diente que
el muy cabrón le había saltado de un puñetazo, durante una de aquellas
habituales palizas. Ahora, ella se pone en pie, como empujada por un resorte
invisible y estira tan fuerte de las cadenas que el hombre cae de nuevo en el
fango.
―¡Levanta, perro! ¿Quieres saber cómo
has acabado aquí? Fuiste tú mismo el que me dio la idea hace ahora un par de
años.
―¡Puta desgraciada, muérete! ¡Te
tendría que partir un rayo! ¡Al menos podría cobrar el seguro y tu puta
existencia me serviría para algo!
―Esas
palabras no dejaron de resonar en mi cabeza durante todo este tiempo. Todos los
golpes e insultos se volvieron música para mí, tan sólo pensando en cómo te
traería hasta aquí para verte tal y como estás ahora, corriendo desnudo bajo la
lluvia, entre todos estos rayos que no dejan de caer. ―La mujer
vuelve a reír eufórica, mientras grita― ¡Corre! ¡Corre! ¡Que ya ha caído uno
muy cerquita! Y por el seguro de vida, no te preocupes ya que lo tengo todo
solucionado. Vas a tener la tumba más bonita del cementerio. Soy agradecida
además de paciente, y tú me has dado la mejor idea que he tenido en toda mi
vida. ¡Y ahora sigue corriendo que ya falta menos para que te parta un rayo a
ti, maldito hijo de puta!
Fayna Bethencourt, nació en Las Palmas en 1978, pero
en la actualidad reside en Barcelona junto a su marido y sus dos hijos. Cuando
era pequeña, Fayna inventaba historias que después contaba a sus compañeros de
clase y familiares. Con los años dejó de escribir cuentos, pero nunca dejó de
leer. En el año 2001, saltó a los medios de comunicación, gracias a su paso por
el concurso Gran Hermano, convirtiéndose en tertuliana y colaboradora habitual
de diversos programas de televisión.
Hace ya tiempo que volvió a retomar "la pluma y
el papel” y suele bromear diciendo que piensa escribir un libro titulado:
"Los ex concursantes de Gran Hermano también sabemos leer".
Mientras tanto sigue escribiendo sus cuentos e
historias, y espera con ilusión la próxima publicación de una antología con
varios autores, en la que ella también participa.
Interesante relato, eres muy polifacética Fayna, te felicito.
ResponderEliminarFelicidades por ese talento Fayna, me encanta!!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Fayna. Buena venganza natural: que le parta un rayo :D
ResponderEliminarMuy bueno. Muchos merecen eso, ni carcel ni hostias. Un rayo que los deje bien fritos.
ResponderEliminarBuen relato, si, y ademas, buena venganza...Ese es el mejor castigo.
ResponderEliminarme a encantado el microrealato, a todo cerdo le llega su san martin... y que mejor que un rayo jeje
ResponderEliminarJoder, es muy, muy bueno. A falta de un par de detalles que son simplemente manias mías, el micro es canela y con una dosis reivindicativa y de mala leche que me encanta. :-D
ResponderEliminarEs muy bueno, Fayna!!!! Cada día te superas. Solo espero ver muy pronto algo tuyo publicado. Un abrazo, canariona!!!!!
ResponderEliminarMuy bueno !!
ResponderEliminarGracias a todos por vuestros comentarios, seguro que Fayna nos visita en próximas entradas y nos trae otras de estas excelentes aportaciones. mientras leía el micro, la parte final me pareció de órdago, como así se lo hice saber a la autora. Felicidades.
ResponderEliminarFer