La condena de un héroe

El héroe blande su espada sobre el campo de batalla y respira profundamente, observa los cuerpos de sus enemigos caídos, las lanzas rotas, los estandartes derribados, las telas de los blasones raídos ondeando como una lenta balada sin fin.

Se quita el casco y lo coloca bajo el brazo. Cierra los ojos y se deja caer de rodillas, derrotado, aún a sabiendas de haber ganado la batalla. El sol se levanta a sus espaldas proyectando tenuemente su sombra, abre los ojos y la observa. Su mente se nubla y ve como una extraña figura incorpórea se sube a sus hombros haciéndolo caer de bruces.

Bandidos, comandantes, villanos y guerreros aguerridos han probado el acero impregnado con el veneno de la ira, sin embargo, por más que lo intente, jamás podrá vencer a su propia sombra. La mayor condena de un héroe hasta el fin de sus días.

Foto de Javier Lorente

Si te ha gustado vótanos en los premios bitácoras en la categoría de cultura.