Tras los chicos de Página 2, hoy visita el blog para dejarnos sus impresiones sobre sus mejores lecturas de este año que poco a poco se va agotando todo un lujo de amigo, alguien que ya pasó por Deprisa para hablarnos de su faceta como traductor. Se trata de Manuel de los Reyes.
Y aquí os dejo sus comentarios y lecturas.
The
Wandering Earth, de Liu Cixin (trad. Holger Nahm): Una de las más gratas revelaciones del
año para el que esto suscribe. Cixin, un escritor tan celebrado en su China
natal como desconocido en el resto del mundo hasta que, merced a su traducción
al inglés, diera el salto al panorama literario internacional, ha conseguido
que tanto la crítica especializada como el público en general se rindan a su
peculiar estilo, mezcla de homenaje a la Edad de Oro de la ciencia-ficción
depurado por el tamiz de su desbordante imaginación. Desde la historia que da
título a la antología a Taking Care of Gods, pasando por Of Ants and
Dinosaurs o Devourer, me atrevería a afirmar que no hay un solo
relato que roce tan siquiera la mediocridad en esta magistral recopilación
(cuyo elocuente epígrafe, Classic Science Fiction Collection, constituye
toda una declaración de intenciones en sí mismo). Fascinante.
Los nombres muertos, de Jesús Cañadas: A estas alturas la
figura de H.P. Lovecraft no necesita presentación, como tampoco la necesitan ni
los entes primigenios que pueblan su particular cosmogonía ni el que sea uno de
los libros más célebres e infames de la ficción literaria: el Necronomicón.
Es una suerte, sin embargo, que Cañadas haya querido presentarnos todo lo
antedicho y más en esta su segunda novela tras El baile de los secretos,
una novela que aprovecha el rebufo de títulos tan recientes como La
sabiduría de los muertos de Rodolfo Martínez o Elemental, querido
Chaplin de Rafael Marín para embarcar al lector en una apasionante (ora tan
alocada como los momentos más disparatados de cualquier película de Indiana
Jones, ora tan monstruosa en su excesiva humanidad como los relatos más
sórdidos de Richard Matheson) aventura que, aun plagada de lugares comunes (esa
subasta trufada de gloriosos cameos, esas persecuciones en coche, esas
incursiones en criptas enterradas bajo las arenas de desiertos lejanos),
consigue evitar holgadamente el desagradable sabor a refrito. Espectacular.
Cuentos para Algernon: Año I, VV. AA. (trad. Marcheto): Impresionante
recopilación que aglutina doce de los relatos publicados en el primer año de
vida de la bitácora Cuentos
para Algernon. La antologista y traductora, Marcheto (seudónimo tras el que
se esconde… una persona que me ha pedido que no desvele su nombre real), nos
regala una selecta muestra de la literatura fantástica que se está escribiendo
allende nuestras fronteras, haciendo especial hincapié en el ámbito de la
ciencia-ficción. Ken Liu, Aliette de Bodard, Tim Pratt, Mary Robinette Kowal,
Peter Watts o Kij Johnson constituyen algunas de las grandes firmas
internacionales que encontraremos en las páginas de esta espectacular edición
no venal en formato electrónico. Imprescindible.
Blood on the Page, de Brian Keene: Con el título completo de The
Complete Short Fiction of Brian Keene, Volume 1, esta recopilación inaugura
una serie de antologías (tres, en principio, aunque el número exacto está aún
por determinar) que pretenden recoger la prolífica obra breve del autor,
conocido sobre todo en nuestro país por sus novelas de zombis Mar muerto, El alzamiento y La ciudad de
los muertos. Keene, uno de los mejores representantes del terror de «serie
B» en la actualidad, alumno aventajado del tristemente fallecido Richard Laymon
(cuya influencia es más que palpable en gran parte de su producción), no se
deja nada en el tintero y nos ofrece una colección de relatos entre epatantes y
efectistas, directos al grano y despojados de artificio que esconden, no
obstante, íntimas y certeras reflexiones sobre la criatura más aterradora de
todas: el ser humano. Para completistas.
Las luminosas, de Lauren Beukes (trad. Pilar Ramírez
Tello): Tras alzarse con el premio Arthur C. Clarke en 2011 por Zoo City, un original
ejemplo de novela negra con tintes fantásticos, la escritora sudafricana (quien
tan solo hace unos meses visitara nuestro país en calidad de invitada al
Festival Celsius 232 de Avilés) trasciende las fronteras del género y recibe un
merecidísimo reconocimiento de la crítica generalista con este trepidante
thriller en el que un psicópata descubre cómo viajar en el tiempo y deja un
rastro de sangre esparcido a lo largo de varias décadas. En lo que podría
considerarse tal vez un remedo de justicia poética, no obstante, el
protagonismo del perturbado asesino en serie termina viéndose gravemente
amenazado por la calidez y el detallismo que la autora vuelca sobre sus
víctimas. Con una trama y un estilo alejados de sus primeras obras, Beukes
continúa evolucionando con este valiente y oportuno paso adelante. Muy
recomendable.
La canción secreta del mundo, de José Antonio Cotrina: Diez años, diez,
he tardado en entrever siquiera una insinuación de la esencia del universo de Las
fuentes perdidas en la obra del genial vitoriano. ¿Que si ha merecido la
pena? Hasta el último segundo. Tanto la trama (engañosamente lineal, engarzada
de atrevidas ciabogas y expertos golpes de timón), como los personajes (implacable
el descenso a los infiernos de una Ariadna de carne, hueso y acero) y el estilo
(basta de comparaciones con Gaiman, por favor; hace mucho que al inglés se le
embotaron los colmillos que erizan cada secuencia de La canción…) se
confabulan para forjar una lectura vertiginosa, bella y letal a partes iguales,
como tantos de los personajes que pueblan sus páginas. Ojalá toda las novelas
«juveniles» fueran así. Y ojalá La canción secreta del mundo estuviera
en la carta a los Reyes Magos de Guillermo del Toro: la taquilla iba a saltar
en pedazos. Sensacional.
Manuel
de los Reyes
Agradezco a Manuel su amabilidad y buena disposición a colaborar en todo momento con el blog, ya no solo con estas lecturas sino con la anterior entrevista, y que es una suerte poder contar entre nosotros con semejante buen traductor y mejor persona.
Y con esto, aprovecho para felicitaros las fiestas navideñas, que no olvidéis nunca leer un poquito (probad a hacerlo tras una cena estupenda y unos cuantos mazapanes) y que nos vemos en un par de días. FELIZ NAVIDAD, amigos.
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