Informe de lectura: el lector.
En el
mundo editorial hay una serie de profesiones desconocidas para la mayoría de la gente. Poco a poco, la de corrector se va
conociendo, aunque en qué consiste siga sin estar claro
para muchos. Quizás algún día incluso se sepa que hay
varios tipos.
Sin
embargo, no voy a hablar de los correctores. Voy a hablar de una gente aún menos conocida: los lectores. Es común la creencia de que los editores leen todos los originales
que les llegan, pero cualquiera que haya trabajado en una editorial sabe que
eso es materialmente imposible. Una editorial grande puede llegar a recibir
decenas de originales no solicitados por semana. Aunque el trabajo de editor
consistiera sólo en leerlos, seguiría siendo cuando menos difícil dar a basto.
Para eso
están los lectores: gente que lee
el libro y realiza un informe de lectura. Se trata de un breve informe, de
entre uno y dos folios, cuyo contenido varía en cada editorial, pero que
consta siempre de:
- un
resumen.
- una crítica.
- una
valoración literaria.
- una
valoración comercial.
- si se
recomienda o no su publicación.
Además es frecuente que se pregunten posibles títulos, sugerencias de portada o cuestiones de edición o traducción.
Todos son
aspectos importantes, pero es en la crítica donde el lector debe
demostrar su valía. Se trata de destacar
aquellos aspectos, tanto positivos como negativos, que justifiquen la decisión de publicarlo o no. La estructura de la novela, la
construcción de personajes, la prosa, la
inteligibilidad...
Aunque la
última palabra siempre la tiene el editor, a la práctica si un lector recomienda la no publicación de un libro, éste no se publica. Si
recomienda su publicación, entonces lo normal es que
el editor sí se lea la obra y decida por sí mismo. Como vemos, el lector es un filtro que ahorra al
editor leer morralla. De ahí que deba ser alguien en cuyo
criterio se confíe. Habitualmente se realiza
una prueba con el primer informe: se le entrega para valorar un libro que el
editor ya ha leído y sobre el que tiene clara
su opinión y, en función del informe que el lector entregue, se le seguirán dando libros para valorar o no.
Frecuentemente,
al decirle a alguien que se trabaja como lector, se forma una idea errónea y placentera de ese trabajo. Algo así como: "¿te pagan por leer? ¡Qué suerte!". Y, a veces, sí es una suerte. De vez en cuando el lector se topa con
grandes libros. Pero lo habitual es lo contrario. Por poner un ejemplo de mi
propia experiencia, durante los tres años que fui lector para tres
sellos del grupo Planeta pasé algo así como quinientos informes; sólo tres fueron positivos. Es
un caso extremo, porque incluye lecturas para un premio literario, pero ilustra
bien lo que quiero decir: la mayoría de lo que un lector lee no
merece la pena. Y, salvo casos excepcionales, ¡hay que leerlo todo, amigos!
Las seiscientas páginas de esa dragonada soporífera; las quinientas cincuenta de ese bodrio que ni el
mismo autor sabe qué cuenta; las cuatrocientas
cuarenta de esa novela de detectives en la que no se investiga nada... El
lector es un filtro, y los filtros están para eso.
Aun así es un trabajo con sus
recompensas. De vez en cuando lees un gran libro y, uno o dos años después, lo ves en la mesa de
novedades y sientes un estúpido orgullo. A veces, en
cambio, ves en otra editorial una novela que tú rechazaste, y te da la risa
floja al recordar lo mala que era.
No vas a
vivir de ello (es siempre un trabajo extra, para hacerlo en tu tiempo libre; te
pagan por leer, pero no te pagan tanto), pero tiene sus momentos agradecidos.
Sergi Viciana
Yo he tenido más suerte, leí un par de libros para Alianza y publicaron uno de ellos :D Pero te entiendo perfectamente.
ResponderEliminarInteresante entrada. Esa alcantarilla me ha traído a la memoria It, aunque esta novela ya no necesitó de filtros ;)
ResponderEliminarMuy interesante la entrada. Sergi es un crack.
ResponderEliminarPero existe una leyenda urbana que afirma que los libros se valoran de forma menos exhaustiva: Que el "lector" se lee el primer capítulo, uno del medio, y el final, y con suerte hace una lectura rápida en diagonal de algunos fragmentos. ¿Existe fundamento para esta creencia?
Me interesaría que Sergi Viciana se explayase un poco más en cuanto a conflictos de intereses en este trabajo.
ResponderEliminarMe explico: si eres lector, probablemente es porque te interesa la literatura. Y si te interesa la literatura, probablemente te mueven en los círculos del mundo literario y conoces a mucha gente. ¿Afecta eso de alguna manera a que la editorial te mande el manuscrito de X o Y, siendo X o Y gente a quien conoces?
Por hacer una analogía tonta a vuelapluma, me gustaría saber si pasa lo mismo que con médico que no puede operar a un pariente o un amigo.
Respondo a David Jasso con mi propia experiencia: al menos en lo que a mí me ha tocado, la leyenda urbana es falsa. Los libros se leen de cabo a rabo y se hace un informe exhaustivo.
ResponderEliminarPero... hay editoriales que permiten evaluar un libro parcialmente si tras un número de páginas es evidente que no tiene la calidad necesaria, que no encaja con la línea editorial o cualquier otro factor que determine inequívocamente que el libro no va ser seleccionado para publicación.
Creo que es una medida sensata: ¿para qué perder el tiempo con algo que no se va a publicar en la editorial? Al fin y al cabo la función del lector es informar sobre la conveniencia de publicar la obra y si antes de terminarla ya se ve claro (y se puede justificar argumentadamente) que no interesa, la función ya está cumplida.
Personalmente, agradezco esta posibilidad porque a veces hay manuscritos realmente infumables.
Muy buena entrada. La tenía pendiente de lectura y me ha encantado adentrarme un poco más en este tema. Eso sí, me quedo con ganas de saber más. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias a Odo por su aclaración.
ResponderEliminarNo sé los demás lectores, pero yo me leo todos los manuscritos de pe a pa, aunque tenga claro que son impublicables. También es cierto que el setenta por ciento se te caen de las manos en las primeras páginas.
ResponderEliminarSiempre he visto el trabajo de lector editorial como algo agotador. Saber (y se sabe) que estás en las primeras páginas de un tocho infumable de seiscientas páginas y leerlo enterito merece toda mi admiración.
ResponderEliminarEl lector se debe a quien le encarga el trabajo, pero más aún a sí mismo, a la honestidad con la que debe abocarse a su cometido. Porque en definitiva nuestro informe habla de un original, pero también de nosotros mismos.
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