26 jun 2013

State of the Art o el Sector Editorial Español en 2013

Aprovechando que Fer me brinda un pequeño hueco en su blog, en el que colaboro con mis recomendaciones desde hace unos meses, he decidido aceptar su invitación para explicar mi punto de vista del panorama de la literatura de género en España.

Para los que no me conozcáis, mi único bagaje en la literatura fantástica es un par de reseñas que hice en la revista Gigamesh hace mucho tiempo, 10 años en la librería del mismo nombre y casi 20 leyendo género. No soy un experto en edición, no soy un entendido en literatura y nunca he querido lanzarme con los dos pies dentro del “Fandom”, ni en la anterior generación, que se inició en los 90 ni en la nueva que se está gestando desde hace seis, o puede que siete años. Cuento con amigos dentro de las dos, voy picoteando obras de unos y otros e intento compaginarlas con autores de fuera de España, aunque con el volúmen de producción que hay de fantasía, terror y ciencia ficción no puedo leerlo todo, ya me gustaría. Leo lo que pienso que me va a gustar y, si tengo que “arriesgarme” con algún autor novel, lo hago. No puedo apostar por todos y me dejo llevar de vez en cuando por clientes y amigos que me ponen sobre aviso de estos escritores. Seguramente, aunque leyese el triple de lo que leo ahora mismo no llegaría a leer todo lo que me gustaría, que ya os digo que es una décima parte de lo que se publica.

Varios motivos me llevan a hacer este escrito y creo que tendrá bastante más visibilidad desde aquí que, pongamos por caso, haciendo una nota por Facebook como era mi intención original y ya hice aquí
. Pero vayamos por partes…

- El primero de los motivos que me llevan a esto es que varios clientes me vienen comentando cuando les recomiendo a autores españoles  que hace años que tiraron la toalla al intentar leer cosas de género patrio, cuando se aburrieron del ombliguismo y el EGO exacerbado de algunos autores, lo poco que tenían que contar y les aportaban o el “paletismo” del que según ellos adolecía su prosa. Pero ese no es un problema sólo del género en nuestro país, eso pasa en todo el mundo y tampoco es un problema de ahora, ha pasado siempre. Hay autores tanto de aquí como de fuera que escriben muy bien, los conoces y se te cae un mito, ves el gilipollas que encierra. Hay escritores con una novela que tienen el ego hipertrofiado y paralelo a su estupidez. Hay autores de éxito que se han apropiado de la humildad y el buen hacer que les falta a otros. He conocido a escritores con cientos de miles (y millones) de lectores en todo el mundo con los que he comido, me he emborrachado y que son mucho más cercanos y accesibles que algunos juntaletras sin talento.

Lo mejor es dejarse de prejuicios y leer lo que te llame la atención. Ya puede el escritor ser de USA, Castellón, polaco, catalán o chino.   


- La segunda razón por la que quiero hacer este alegato es por este artículo de Lecturalia surgido de la pluma de Gabriella Campbell.

Necesitamos alguien que nos filtre todo lo que se publica, un editor de los de verdad, no un licenciado en marketing que quiera hacer ganar dinero a su empresa y que está publicando libros como podría estar vendiendo un monovolumen eléctrico asiático, una colección de prendas de ropa para modernas de colores chillones o un refresco nuevo de cola con sabor a vainilla. Me refiero a una persona que viva por y para los libros, disfrute leyendo, se emocione al maquetar el texto, arriesgue su sustento y todo esto le compense. Que todos trabajamos por dinero, no nos engañemos, pero supongo que ya entendéis mi punto de vista.

La distribución es importante para salir del gueto, comprendo que encarece el producto final pero para los anacrónicos que seguimos leyendo en papel, lo primordial es encontrar el libro. Y que conste que compagino últimamente digital con papel, si una novela todavía no ha sido editada o si me estoy leyendo un tocho de más de mil páginas que no me quepa en el bolsillo con un kilo de peso y voy a viajar, ya sean tres paradas de metro o diez horas de avión me llevo el ebook, pero cuando me siento en el sofá o en la terraza de casa me gusta pasar las páginas. Miro la pila de pendientes para seleccionar el siguiente, que en estos momentos sobrepasa los 200 ejemplares holgadamente, y ya se ha convertido en un ritual. Si lo comparo con mirar los 3000 archivos de una carpeta en mi PC o los 20 libros que tengo en el lector digital, para mí, no hay color. También tiene sus contras como las mudanzas, las temibles mudanzas. Y el sitio en la estantería, que no es infinito. Pero como decía aquel sabio “No pain without gain”.

 El corrector, tanto de estilo como ortográfico, es necesario en una editorial. Para abaratar costes a veces se aúna en una sola persona pero no es lo mismo. He presenciado luchas encarnizadas entre editor, traductor,  corrector de estilo, maquetador y revisor de galeradas que me han dejado claro el porqué se necesitan todas las piezas para que la maquinaria funcione si la obra es extranjera. En obras sin proceso de traducción es igual de necesaria una corrección de estilo, puede ser la determinante entre que un lector editorial le pase tu manuscrito al editor, como bien comenta Sergi Viciana en una entrada de este mismo blog.

A veces los escritores confían en sus lectores cero a ciegas sin darse cuenta de que por muy imparciales que intenten ser, no van a hacer crítica salvaje de su obra que tanto les ha costado parir por la amistad que les une, y luego a ver quien les explica que su lectura es farragosa, no cuenta nada o, directamente y en el peor de los casos, es basura pretenciosa o ponzoña inmunda y que se dediquen a otra cosa. Pues para eso hay lectores que te hacen informes, te enseñan donde fallas y te preparan el texto. Lo malo es que la soberbia de algunos les hace no escuchar los consejos, las críticas o cambiar una sola coma de su texto. De eso el perpetrador de este blog, con cariño se lo digo, Fernando Martínez seguro que os podría contar mil experiencias. Y aquí podéis ver el porqué deberíais confiar en su criterio. Otra de las voces más lúcidas en el panorama de los correctores literarios al que tendríais que hacer caso es Juanma Santiago.

La veces que me han “usado” de lector cero, por suerte, no me he tenido que ver en la tesitura de decir nada hiriente ni de destrozar de una machada el corazón del autor, pobretes, pero por esa razón no leo las novelas o relatos de todo el mundo y también por esa razón, además de por seleccionar mis lecturas y leer lo que me va a servir para mi trabajo en la librería y pueda recomendar después, he tenido que rechazar el ser lector cero de alguna editorial grande. No me compensa el esfuerzo y puede que entrase en conflicto de intereses con mi jefe.

- Y la tercera razón por la que necesito desahogar aquí mis penas es por el magnífico artículo del gran Ernest  Alòs que publicaron en “El Periódico de Cataluña” hace unos días en los que comparto palestra con Ricard Ruiz Garzón de Fantascy, José López Jara de Minotauro y Timun Mas , Carol París de Ediciones B - Nova o Paco García Lorenzana de RBA – Literatura Fantástica entre otros y las colecciones de género fantástico antiguas y nuevas, recién nacidas o ya muertas y enterradas. 


Pero eso, amigos ya será otro día. 

Parafraseando a Terminator… ¡Volveré! 

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