10 jun 2013

El Guerrero y el Dragón



El micro de hoy viene de la mano de Rubén Pozo Verdugo (@Rupover). En esta ocasión, la extensión del mismo se amplia respecto al de sus compareños anteriores, pero es necsario para contar la historia de este guerrero y el dragón. Aquí lo tenéis.

El guerrero sacó el acero del vientre de aquella enorme bestia. La sangre salpicaba su rostro y su cota de malla, mudo testigo de la gesta que acababa de llevarse a cabo. Se alejó un par de pasos, con las piernas y las manos aún temblorosas, mezcla de la excitación y el miedo. Ante él, se encontraba el cuerpo sin vida de un enorme dragón negro, protagonista de las pesadillas de la mayoría de los habitantes del reino. La espada resbaló de su mano y cayó al suelo, tintineando al golpear el frío acero contra la agreste superficie del suelo. Sin apartar la vista de aquel monstruo, respiró por primera vez en mucho tiempo un aire que a él le supo a fresco y renovado, pese a que estaba enrarecido por el olor a sudor, sangre y arbustos calcinados. Fruto del cansancio, el guerrero se dejó caer sobre sus rodillas, quedando ahora a un nivel mucho más bajo que antes, aunque seguía erguido, mirando desafiante el totémico e inmóvil cuerpo del dragón. 

«¿Qué me queda ahora?» pensó el guerrero. Nighthollow, el dragón al que acababa de dar muerte, había destruido su pequeña y humilde aldea hacía poco más de dos años, al igual que muchas otras antes y después. Calcinó casas, cuerpos, esperanzas e ilusiones; dejando sólo odio, dolor, desesperación. Ésta cubrió el corazón de aquel guerrero, volviéndolo negro como las escamas de aquel dragón en las que tanto le había costado hacer mella. Desde aquel día, había dedicado su vida a buscar y dar caza al dragón, pero ahora que lo había conseguido, no veía a su amada esposa ni a su hijo resurgir como un ave fénix del charco de sangre que poco a poco se extendía cada vez más bajo el cuerpo de la criatura. Lo único que le quedaba, aquel incesante odio hacia Nighthollow, se había desvanecido con él. Ahora no le quedaba nada. Absolutamente nada.

Su gesta perduraría durante eones, su nombre sería cantado por juglares, escrito en libros y mencionado por los reyes; las mujeres caerían a sus pies y en las tabernas jamás le pedirían ni una miserable moneda por usar sus habitaciones ni por beber su cerveza, contentándose sólo con su presencia. Pero nada de aquello llenaría el vacío que tenía en su pecho, antes relleno con el agridulce sabor de la venganza, esfumado ahora como una bandada de pájaros asustada por los ladridos de un perro.

No le quedaba nada. Ya nada le ataba a este mundo.

El guerrero cogió la espada, se alzó y se sentó frente al afilado rostro del dragón, mirando sus ojos negros y vacíos ya de vida. Se quitó la cota de malla y la lanzó al suelo. Su torso sudoroso, firme y moldeado, mostraba las cicatrices de otros tiempos difíciles que había superado.

— Realmente no he ganado —dijo el guerrero—, desde el principio no sólo te llevaste la vida de mi familia, sino que, sin darme cuenta, también te habías llevado la mía.

El guerrero hundió la afilada hoja de la espada en su vientre, cortando su carne con una facilidad monstruosa y, yaciendo ahora su cuerpo junto al del dragón, los dos volvieron a casa.




Rubén Pozo Verdugo nació en Valencia en 1991 entre el ruido y el olor a pólvora de su ciudad natal, Valencia. Desde pequeño siempre le ha apasionado la literatura, aunque se limitaba a leer y a escribir de vez en cuando con la vieja máquina de escribir de su padre.

Es capaz de defenderse en cualquier terreno, aunque sus campos predilectos son los del terror y la ciencia ficción. Actualmente se encuentra escribiendo su propia novela de terror y también está inmerso en un montón de proyectos, tanto guiones de cine como de teatro.

Ha colaborado en varias revistas literarias online y actualmente hace críticas de cine en la web cultural Hello Friki y reseñas y una pequeña columna de opinión en la página Frikarte además de llevar su blog personal: El Enclave Escarlata. 

Mente inquieta y espíritu aventurero, Rubén está iniciando una carrera muy prometedora en la que se acaba de dar el pistoletazo de salida. Ha aparecido en la antología Postales desde el fin del mundo (Universo, 2012), Sweet Dreams (Corazón Literario, 2013) y está planeada otras tres más que verán la luz a lo largo de este año.

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