20 may 2013

Los Duendes

 El autor del micorrelato de hoy ya estuvo en esta misma sección hace unas semanas, presentando su relato ganador del premio Heraldo 2011, El Ebro. Y parece que le dio suerte, porque a las pocas fechas volvió a ganar la edición de este mismo premio del 2013. Con vosotros, Óscar Bribián y Los Duendes.

Los duendes machos aparecen por la noche, cuando la niebla empieza a condensarse.

Vienen de valles como Gistaín o Benasque, atraídos por las luces de las ciudades y las feromonas de las hembras en celo. Abandonan sus escondrijos bajo el musgo para aventurarse en los ríos de asfalto.


Trepan las paredes de ladrillo como trasgos. Llegan al encuentro de las hembras, que viven en nuestros tejados, entre nidos de paloma y avisperos, correteando como lagartijas de nariz puntiaguda. Allí hacen el amor con lentitud, como galápagos.


Solo algunos sabemos que existen. Hay quienes los aguardan con redes y jugosas recompensas en sus pensamientos. Unos pocos colocamos incienso en los alféizares, con la esperanza de que el olor a sándalo los atraiga.


Me dice el psiquiatra que la mitología es fantasía. Que los duendes no existen.


Cómo no van a existir, si yo, Polifemo, llevo años esperándolos, desde que al intentar atrapar a uno de aquellos miserables bichos, me cegaron el ojo con un alfiler.


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