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El equipo seleccionador de la antología editada por la AEFCFyT (Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror), Fabricantes de Sueños, ha hecho públicos los títulos de los 14 relatos seleccionados para el volumen del año 2009. Entre ellos se encuentra uno de los integrantes del Equipo Deprisa:
Título: Sabor a Chocolate
–Buenas, quería un sombrero de ala ancha que he visto en el escaparate...

El héroe blande su espada sobre el campo de batalla y respira profundamente, observa los cuerpos de sus enemigos caídos, las lanzas rotas, los estandartes derribados, las telas de los blasones raídos ondeando como una lenta balada sin fin.
El hombre de la sonrisa eterna (Madrid, 16 de agosto de 1988)
"Oski", Óscar Sejas (Madrid 6 de Febrero de 1987 ) Co-fundador de Deprisa-Deprisa.
El niño zombi abrió la boca para emitir una especie de gruñido cuando la melena de Medusa cobró vida y lo miró a los ojos amenazadoramente. Retrocedió con miedo (por primera vez que nosotros sepamos) y una flecha de un tal Guillermo pasó rozándole el brazo, miró a lo lejos y vio a un suicida cayendo de un edificio. El mundo parecía haberse vuelto loco…
El extremo del cigarro enrojeció mientras sus labios absorbían la primera calada. Cuando comenzaba a expulsar la bocanada de humo le sobrevino una violenta tos que pronto supo disimular, convirtiéndola en una sonora risotada.
La aguja hipodérmica atravesó la piel sin apenas resistencia y penetró en la vena. Poco a poco el émbolo cedió y la sustancia comenzó a mezclarse con su sangre. Le temblaba el pulso, pero ya no había vuelta atrás.Trabajando de cajero en el supermercado de la esquina de mi calle no podía pagarme ni un cuchitril de alquiler junto a mi novia.
Después de mucho buscar, me ofrecieron un lugar en el que vivir como Dios: tendría techo, cama, comida, televisión, gimnasio, compañeros muy majos... Y todo ello sin tener que pagar un duro.
Lo único difícil era hacer méritos para entrar. Por eso me metí a ladrón de bolsos. Al menos, en la cárcel, tendría una vivienda digna...

Las miradas de los guardias le taladraban la cabeza y un sudor frio le recorría la espalda, provocándole más temblores que la botella vacía que sujetaba hasta dejarle los nudillos blancos.
Con un suspiro a modo de plegaria se preparó. Lentamente levantó su arco sin mirar al objetivo. El silencio se hizo presente, como un espectador más en la plaza del pueblo.
Haciendo un esfuerzo levantó la vista. Allí estaba, apenas a cien pasos: Una manzana, fruta presente en el pasado de la humanidad y ahora fundamental en la vida de su familia. En ese momento recordó las palabras de su rey:
–Si sois capaz de cazar los ciervos de mis dominios no os será difícil esta tarea, mas para motivaros pensad que os jugáis la vida de vos y de los vuestros.
Con el corazón palpitándole en las sienes, como un macabro reloj, tomó aire y disparó la flecha.
Un ruido seco resonó en la plaza al atravesar el proyectil la manzana, clavándola al poste.
Se escuchó el grito ahogado del arquero, que tras la alegría distinguió a su hijo sujeto al poste por las dos flechas que había disparado antes de acertar con aquella última...


La concepción que tenemos hoy en día de la cultura corresponde con la de una actividad que compete únicamente al ejercicio de la mente o, como mucho, de ciertas habilidades manuales, pero siempre radicando el peso en la vertiente intelectual.
(...) NI SI QUIERA TUVO TIEMPO DE DESPEDIRSE. Era un chaval moreno, alto y alegre, de esos que intentan olvidarse del miedo contando chistes y haciendo bromas. Su segundo día trepó por la escalera de la trinchera y, apenas asomó la cabeza, su sien estalló salpicando de sangre y sesos a todo el pelotón.Aún llegan cartas, las remite una tal Laura. Si no fuera por ellas ya ni le recordaríamos. Por ahí están, metidas en un casco agujereado, nuestro particular relicario. Preferimos no pensar porque mañana podríamos ser nosotros. Así que, cuando alguien muere, brindamos por él y desterramos su recuerdo. Esas cartas duelen como alambre de espino clavado en las carnes.
Recuerda, si te dejo de escribir, no insistas, el casco ya está lleno.
Un beso,